Por Escobedoheart, junio 14, 2023 , En Uncategorized

AMOR

Un triatlón extremo es como una historia de amor. Como una relación, básicamente.

Y todas y todos los triatletas que se han decidido a enfrentarse a sus miedos, sus fantasmas, que han  querido rendir sus homenajes, cumplir sus promesas o sueños, saben perfectamente que no hay ni una mentira en estas palabras.

Todos se han ilusionado al inscribirse, como cuando le escribes a esa persona que te ha gustado.

Han sufrido los nervios de la primera cita, al ponerse el neopreno y acercarse al agua para empezar esta aventura.

Tuvieron la alegría, la ilusión y la celebración de que todo va bien, en sus primeros kilómetros en bici.

Las crisis, como en todas las parejas, hizo presencia. Sufrieron, dudaron, incluso pensaron en no seguir con esta relación. Y más al llegar una «crisis» de las que hacen mella, al llegar a un trail exigente y duro.

Pero como el amor todo lo puede y triunfa ante todo, llegó la recompensa de aguantar cada «pelea, cada «discusión».

Tocaron el techo del triunfo en el castillo de Segura.

Ha sido una experiencia de las que te llenan el alma. Una de esas que te embriagan de valores y te hacen descubrir que hay personas llenas de una energía capaz de mover una montaña. Pero no una energía de esas que se va a los músculos.  Es de las que rodean el áurea de una persona.

Allí se dieron cita unas pocas almas que me hicieron vibrar, emocionarme y postrarme ante sus pies.

Un tío de Córdoba, que el destino lo trajo a mí por tercera vez y que no paraba de sonreír y disfrutar como un loco. Era un flipe continuo.

Otro con pánico al agua, y se mete en un embalse gigantesco a oscuras, con más miedo que vergüenza, y que lo hace por un reto solidario para unos niños con cáncer.

También había otro que tiene una guerra interior que lastraría al más fuerte, y pelea como un jabato. A eso le unes una diabetes t1 que te hace más cuesta arriba cualquier deporte. Imagina un Ironman extremo.

Aquel que no paraba de saludar y dar las gracias en cada esquina, como un niño ilusionado por sus regalos de Reyes. Con un escudero Titán que le enseñó lo bonito que es sufrir en un triatlón con esencia extrema.

Un italiano loco que sólo, absolútamente sólo, iba deambulando como un zombie y se negaba a rendirse. Y el muy canalla nos dió una lección a todos acabando.

La «loca» que gritaba en cada curva subiendo al Yelmo, disfrutando del paisaje como un can con una pelota.

Un equipo de chicas, que dieron un espectáculo cada una en su sector.

Y que demostraron que grande es el amor del equipo.

Muchas fueron las historias y las emociones que se vivieron allí.

Equipos que se acababan de conocer en persona, tipos que lloraban al recordar a esa persona a las que les dedicaban su esfuerzo, veteranos de este lugar que disfrutaban como enanos al estar en su tierra favorita.

Un tipo con un tobillo lesionado y que se niega a rendirse y hace una maratón trail en soledad….

Y muchas más que se podrán ver en el vídeo que sacaré y que te llegarán al corazón.

Todas estas almas acompañadas de sus parejas, amigos, compañeros de equipo, hijos, hermanos….que también «sufrieron» lo extremo de un triatlón de estas características.

Todas ellas que vivieron con amor Segura extreme.

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